Las pesadillas en los niños son muy comunes en ciertas edades, siendo consideradas como parte normal de su desarrollo. Lo que hace importante un apoyo adecuado de los padres para no generar conflictos sociales que tengan que lidiar en su futuro. Las pesadillas son sucesos de experiencias poco agradables que pudieron vivir durante el días o tiempo atrás.
Según estudios, en los sueños son manifestados todos los miedos y temores que presenta los niños convirtiéndose en pesadillas. Estas inician de forma irregular a la edad de los 2 o 3 años, hasta los 6 años y se manifiestan en el sueño REM, al final de la noche y en la segunda etapa del sueño de los niños, muchas veces combinadas con parasomnias, donde los pequeños sin despertar, expresan conductas basadas en lo que están sintiendo sin interrumpir el sueño. Algunos niños se levantan de su cama o se sientan mientras gritan o lloran, pero aún siguen dormidos.
Estas pesadillas pueden ser en parte el reflejo de conflictos emocionales vividos dentro del entorno en el que se desenvuelven, perdida de un ser querido, problemas en general en su colegio, familia o programas de televisión violentos que puedan estar afectándolo.
Aunque esta etapa se va superando con el tiempo, se debe apoyar a los niños en este proceso ya que este puede afectar el carácter y la conducta en su presente y en su futuro, haciéndolos introvertidos, poco sociables, queriendo estar solos la mayoría del tiempo, afectando su concentración y comportamiento en general.
Por esto, es importante evaluar el entorno, tomar determinaciones frente a lo que le puede estar afectando, escoger los programas de televisión que no contengan ningún tipo de violencia, hablar con ellos para saber que les asusta, que les causa miedo y así saber cómo intervenir.
Si algo está afectando a nivel familiar se deben tomar medidas de apoyo, tratar de que no estén mucho tiempo solos y que su ambiente sea lo más agradable posible, tratar de hacer cosas en el día que los mantengan ocupados, felices y tranquilos.
Es recomendable que antes de acostarlos, el ambiente de la habitación se prepare, puede ser con música, compartir un poco de mimos, abrazos y caricias, para brindarles seguridad.
Jamás se debe recriminar por los miedos que presenten, pues esto solo incrementara esos temores. Nunca reírse cuando cuenten sobre sus pesadillas, se deben suprimir palabras, amenazas de cuartos oscuros o juegos que los atemorice. Esto puede afectar la personalidad, haciéndolos cada vez más inseguros de sí mismos.
Esta etapa puede ser algo difícil por el cambio y evolución del cerebro de los pequeños. Es bueno dialogar de tal forma que pueda contar sus miedos más profundos, que le causa inseguridad, para así mismo saber cómo actuar, que se sientan en confianza de poder contar todo a sus padres, les ayudará a sentirse con más fortaleza para enfrentar aquello que le atemoriza.