La disciplina y el buen comportamiento de los pequeñitos son solo algunos de los temas que preocupan a los padres, frecuentemente nos preguntamos si estamos siendo estrictos o irracionales, si estamos cortando mucho sus libertades o si por el contrario nuestro hijo necesita un poco más de carácter.
Seguro has contrastado tu modelo de crianza con el de tus padres y quizás has decidido tomar una dirección distinta a cómo te corregían o castigaban a ti, lo primero que debes recordar es que los tiempos cambian y que cada estilo de crianza es distinto, lo que tus padres hicieron contigo no necesariamente aplique para tus peques. Dicho esto, avanzamos.
Está muy en boga la crianza respetuosa en la que los padres suelen conversar abiertamente con sus hijos para poner límites y reglas, todo de manera muy civilizada, pero, ¿qué ocurre cuando mi hijo hace algún berrinche? ¿cuándo se pone iracundo y no entra en razón? o ¿cuándo efectivamente quebranta una regla poniéndose en riesgo o causando problemas a los demás?
Lo primero es tener muy en claro que la violencia nunca es recomendable y que son cada vez más los sicólogos y terapeutas que se alejan de las antiguas ‘nalgadas o reprimendas’ que solían dar padres y abuelos. ‘La buena nalgada’ no existe hoy en día, por el contrario, puede crear traumas y resentimientos en tu pequeño.
A continuación, las recomendaciones más frecuentes en esta materia:
Elige el momento indicado, lo mejor es que puedas regañarlo apenas realice el comportamiento que buscas corregir, así la asociación de castigo/acción será más evidente. Esto es básico si tu hijo es muy pequeñito o si es disperso, podrá evidenciar con mayor claridad la causa y la consecuencia. El único escenario donde la reprimenda puede darse tiempo después es sí estás muy molesto o furioso, ya que es necesario el tiempo para calmarse y poder ver las cosas en perspectiva, evita gritarle o tratarlo mal. Alterarás la comunicación y podrá romperse la confianza entre ambos. Sí estás muy molesto lo mejor es ponerlo en el ‘círculo del castigo’ o ‘el rincón de pensar’, dejarlo ahí unos minutos y luego, con los ánimos más calmados poner las reglas claras..
Evita los gritos, solo llevan a un mal entendimiento, ponen a las partes a la defensiva y además son violentos. Procura calmar tu tono de voz y con firmeza dile lo que está mal. ‘Tomás, NO está permitido golpear a tu hermano’, ‘Alejandra, es peligroso saltar en los muebles, puedes lastimarte’, será mucho más efectivo que un grito que los atemorice.
Recuerda que quieres inculcarles respeto, disciplina y obediencia, no miedo irracional a sus padres.
Sé directo con el reclamo, si tu hijo es desordenado y no le gusta recoger al terminar de jugar, aunque suene repetitivo dile ‘’Debes recoger SIEMPRE que juguemos, no nos gusta el desorden’’, así habrá concordancia entre acción y reclamo. Si dices algo genérico como ‘Siempre es lo mismo, un desastre’ no sabrá diferenciar bien por qué estás enfadado.
No lo amenaces en vano, más bien hazle saber que cada acción lleva una consecuencia. ‘Como te portaste mal vas a pasar tantos minutos sin ver televisión’, ‘Como no recogiste después de jugar ahora solo tienes permitido jugar con estos juguetes, los demás estarán confiscados hasta que aprendas a ser responsable’.
Sé coherente con tus regaños, si un día lo reprendes por golpear a su hermanito, no permitas entonces que al otro día empuje a un niño en el parque. La coherencia es clave para que entienda lo que sí y lo que no.
Jamás lo compares con otros niños, céntrate en su conducta y corrígelo a tiempo. A menos que estén en un episodio tranquilo en el parque, veas a un niño haciendo algo no permitido y úsalo de ejemplo. Fomenta la conversación, ‘¿Viste al niño del suéter rojo empujando a los demás? No está permitido ser violento con otros niños, ¿lo sabes?’ Y así podrán tener una charla real sobre lo que está permitido.
No te distancies emocionalmente ni lo chantajees con afecto. Hazle saber que, aunque su comportamiento no fue el adecuado lo sigues queriendo, que como te importa por eso lo regañas para hacerlo una persona de bien, hazle entender que es tu deber corregirlo pero que lo amas.
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