Aunque no se conocen las causas exactas que generan el miedo en nuestros pequeños, es claro que el miedo es solo una reacción del organismo que alerta cuando hay situaciones que se creen que son peligrosas. Los expertos llaman al miedo como un temor evolutivo que hace parte de las diferentes etapas del niño durante su desarrollo.
Uno de los miedos más comunes en la etapa infantil es el miedo a la oscuridad, este suele aparecer a partir de los 3 años de edad y puede permanecer hasta los 9 años y aunque se considera algo normal, es necesario manejarlo con mucha cautela para que este miedo pueda ser superado adecuadamente.
Dentro de la etapa infantil se incluyen aquellos procesos imaginarios que se van fundamentando en lo que escuchan, ven y experimentan a través del juego. Aquellos cuentos, fabulas e historias contadas las asumen como reales, los niños mientras juegan, imaginan estar con alguien o que están viviendo alguna historia creada por ellos mismos.
Este tipo de espacios ejercen una gran influencia en el comportamiento y creencias que suelen ser reflejadas también en el temor de que algo malo pueda suceder, como el que salga un monstruo del closet o debajo de la cama, lo que hace común que en la noche el niño quiera pasarse a la cama de los padres o que presente inconvenientes para conciliar el sueño.
Esta situación muchas veces motiva a los padres a la sobreprotección del no saber qué hacer y a la permisividad frente a lo que pide el niño todo el tiempo.
¿Cómo puedo ayudar a mi hijo a superar el miedo a la oscuridad?
Jugando: El juego siempre será la mejor opción para ellos. Podéis realizar actividades divertidas que ayuden a quitarles el miedo a la oscuridad. Por ejemplo, juegos que impliquen vendarle los ojos al niño, como ponerle la cola al burro, jugar a la gallinita ciega entre otros. También juegos donde se pueda hacer sombras con las manos o reconocer objetos con los ojos cerrados por medio del tacto, esto le permitirá de forma gradual superar los miedos a la oscuridad comprendiendo que estar sin luz también puede llegar a ser muy divertido.
Dejar alguna luz encendida en la habitación al dormir: Esto puede ser útil para que el niño pueda conciliar el sueño tranquilamente, pero ten en cuenta que esta luz debe ser tenue y no debe estar cerca a la cama del niño para que no afecte su sueño.
Tener rutinas antes de dormir: Realizar todos los días rutinas que le permitan al niño comprender que el dormir está unido a un conjunto de acciones previas que hacen parte de poder conciliar el sueño. Podéis iniciar con un baño, un masaje, una tasa de leche o biberón, leerle un cuento, apagar la luz y adormir.
Enseñarle que la casa es segura: Si ves que el niño presenta cierto temor por algunos lugares de la casa cuando está oscuro, durante el día realiza alguna actividad de juego o de limpieza donde puedas involucrar al niño, esto le proveerá mayor seguridad de esos espacios y si además realizas juegos en esos lugares, será perfecto por que los asociará con experiencias positivas.