Los pies son fundamentales en el equilibrio y la orientación espacial. Se desarrollan y evolucionan en cada etapa del niño, desde que nace hasta que es mayor. Y, en este proceso de crecimiento, los pies adquieren una mayor fuerza, soporte y forma, logrando, así, un buen ritmo de marcha y trote.
¿Es bueno que los bebés estén descalzos?
Lo que más recomiendan los expertos es que antes de empezar a caminar, los niños permanezcan descalzos, ya que al nacer presentan en los pies una sensibilidad táctil mucho más fina que la de, por ejemplo, las manos. Esta sensibilidad especial puede durarles hasta que alcanzan el primer año, y, durante este período de crecimiento, tiene especial importancia en el aprendizaje asociativo del entorno y en el adecuado desarrollo del niño.
Dejar los pies libres, sin la opresión ni protección que ofrece el calzado, activa los mecanorreceptores al poner en contacto el pie y los estímulos táctiles externos. En nuestro cuerpo tenemos diversos mecanorreceptores que se encargan, cada uno, de un aspecto concreto. Por referenciar algunos, podemos mencionar los de Ruffini o el de Krause, que están vinculados a la sensación térmica; también nos encontramos con los que responden a la presión, como el de Pacini o el de Merkel; o, los que nos resultan importantes en relación a la experiencia táctil, los de Meissner. Éstos últimos, los de Meissner, están situados en la planta de los pies, y, por ello, como ya hemos dicho, resultan fundamentales en el desarrollo sensitivo de los niños. Durante el crecimiento, estos mecanorreceptores devienen propioceptores y se encargan de enviar información sobre el equilibrio y la postura del cuerpo al cerebro. Es por esto, que se suele apuntar que los bebés usan sus pies como medio para conocer su entorno, siendo éste un proceso de aprendizaje lento, paso a paso: emplean los pies para entrar en contacto con el exterior, se apropian y toman el objeto externo con las manos, y lo dirigen inmediatamente a su boca, ya que es en este último espacio, la boca, donde se ubica un mayor número de terminaciones nerviosas sensitivas. Incluso, se cree que dejar al niño moverse descalzo, y que entre en contacto con su entorno, su espacio exterior, ayuda a que desarrolle su inteligencia espacial.
¿Cómo puedo saber en qué momento debo colocar los zapatos a mi bebé?
Según la Asociación Española de Pediatría (AEP), tenemos que atender a la forma del pie de los bebés, puesto que es durante el primer año cuando va moldeándose: desaparece la almohadilla grasa ubicada en la planta de los pies, la cual sirve de protección, y se empieza a formar el arco de la planta del pie.
Por tanto, lo recomendable es calzarlos en el momento en que empiezan a caminar y su pie ya ha acabado de adecuarse a la posición y desplazamiento bípedos, es decir, sobre ambos pies. No obstante, debe tenerse en cuenta una serie de aspectos para el adecuado desarrollo del pie y, así, lograr facilidad de manejo al caminar.
¿Qué materiales son los adecuados para el calzado?
Respecto a los materiales y calzado recomendables, se aconseja lo siguiente:
- No usar zapatos con suela dura. Los zapatos con suela dura no cuentan con tanta flexibilidad como los otros, haciendo que el caminar genere tensiones musculares, más allá de entorpecer el desarrollo normal del pie. Con lo cual, lo óptimo y aconsejable es el uso de zapatos de suela flexible, ya que con ellos se ayuda y facilita el desplazamiento adecuado del niño.
- Que los zapatos no aprieten los pies. Los pies necesitan moverse fácilmente, sin obstáculos ni impedimentos; por no hablar de que, en una edad temprana, unos zapatos muy ajustados al tamaño del pie pueden dificultar la formación de éste. Por ello, lo recomendable es calzar al niño con zapatos con velcro, ya que esto permite un excelente ajuste al pie del niño, sin llegar a presionar y oprimirlo o, por el contrario, dejar el calzado holgado. En ambos casos, especialmente en el primero, en los que la confección se ha realizado bajo una horma angosta en relación al tamaño del pie del niño, los dedos no cumplirán su función natural, ya que no dejarán mucho espacio y libertad a los pies.
- Confección con materiales transpirables. El material debe ser, imprescindiblemente, transpirable, que permita la circulación del aire y no “ahogue” el pie.
Recomendaciones
A la hora de comprar o calzar al niño, hay que asegurarse de que éste no se sienta incómodo con los zapatos, ya que formarán parte él, sobre todo en su caminar y desplazamiento. Cuando el niño inicie a caminar, entre los 12 y 15 meses, no es necesario dejarle puestos los zapatos de forma constante, todo el tiempo, sino que debe darse un respiro, momentos en los que el pie pueda estar liberado. A partir de los 24 meses, a los 2 años, ya sí se pueden dejar los zapatos por mucho más tiempo, sin poner límites de tiempo.
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