Mi hijo le tiene miedo a las agujas, ¿qué hago?

Mi hijo le tiene miedo a las agujas, ¿qué hago?

Tripanofobia es el nombre que recibe este malestar profundo a las agujas, que causa en quién lo padece sudoración, palpitaciones, náuseas, temblores, ataques de pánico, entre otros síntomas comunes.

 

Para los padres suele ser un verdadero dolor de cabeza porque hay vacunas, medicinas y vitaminas que requieren nuestros pequeños, cuya única vía de aplicación es a través de inyecciones.

 

Entonces, de solo pensar que nuestro hijo sufrirá algún ataque de estos, se nos ponen los pelos de punta y empezamos a sentir ansiedad de esa visita regular al pediatra. Para que eso no suceda o al menos tengas las mejores herramientas para lidiar con estos episodios, te dejamos aquí estos consejos:

 

Honestidad, ante todo.

 

No disfraces la visita al doctor, no lo sometas al momento incómodo sin saber a qué atenerse. Explícale en un lenguaje sencillo y acorde a su edad (quizás con material audiovisual, con algún cuento) que irá al médico a recibir una vacuna que viene asociada con un pinchazo pero que el malestar va a ser leve y durará unos escasos segundos, compáralo con un aplauso. Explícale que tal como los aplausos que duran un segundo, hacen ruido y si los haces muy fuerte duelen u hormiguean en las manos, así se sentirá la inyección. Temporal pero beneficioso al final.

 

Disminuye su ansiedad.

 

Si tiene algún juguete de apego o su chupete, permítelo que lo lleve a la consulta, se sentirá acompañado. Dale tu mano, confórtalo.

 

Nunca use esto como castigo o amenaza.

 

Hemos visto padres que utilizan esto como una herramienta para que sus hijos se coman la comida, se bañen o se porten bien, por ejemplo. Evita a toda costa usarlo como señuelo para ‘lo malo’ porque incentivarás un temor.

 

Si tu hijo es mayor y el doctor lo permite, involúcralo en el proceso de decisión de dónde puede ponerse la inyección.

 

Supongamos que debe ser intramuscular, quizás tu hijo no quisiera que se la aplicaran en las nalgas, pero sí podría ponérsela en el brazo o el muslo. Consulta con el médico si es seguro y lleguen a ese compromiso.

 

Ayúdalo a relajarse.

 

Practiquen desde antes técnicas de respiración para disminuir el temor o la ansiedad, háganlo juntos en el consultorio como previa al proceso.

 

Si el miedo viene de una mala experiencia previa como malestar, fiebre, alergia a algún componente de la inyección dile que es poco probable que se repita. Los cuerpos reaccionan de distintas maneras, la fiebre es un síntoma de que su cuerpo reacciona y está cuidándolo. Dile que harás todas las preguntas necesarias al médico para asegurar que esto no ocurra.

 

Prémialo.

 

Felicita su calma y su paciencia, confórtalo con una recompensa sencilla, desde un paseo en el parque hasta una chocolatina. Hazlo saber que el mal rato pasó pero que los resultados son beneficiosos.

 

Explícale al personal sanitario el miedo de tu hijo.

 

Así ellos te ayudarán a que el proceso sea menos traumático y sabrán manejar la situación sin presión o stress. Hazles saber lo que ocurre y apóyate en ellos que tienen más experiencia. En algunos casos podrían incluso aplicar alguna anestesia tópica o medicina que alivie el malestar y así pase más rápido el proceso. No lo fuerces, no lo aprietes fuerte ni trates de inmovilizarlo.

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