Primero, es importante resaltar que un poco de mucosidad es saludable porque protege la nariz de bacterias, polvo y peligros del medio ambiente. El problema está cuando la coloración cambia, la textura se modifica e impide que el niño respire, o viene asociada a otros síntomas molestos y preocupantes como la fiebre.
La mucosidad transparente es completamente saludable y normal dentro del rango de 1.4 litros diarios aproximadamente. Su composición es mayormente agua, proteínas, anticuerpos y sales y suele disolverse una vez que llega al estómago. Este moco reviste los senos nasales, lubricándolos y protegiéndolos de agentes externos.
Hay ciertas alergias que producen un moco similar como la rinitis alérgica. En este caso, la nariz exacerba la producción de moco como una respuesta al polen, al polvillo, a los ácaros o al pelaje de perros o gatos, comúnmente.
El moco blanco podría indicar que existe ya presencia de algo más en el sistema del niño, este moco blanquecino es espeso pudiendo llegar a taponar las fosas nasales, haciendo que tu pequeño se sienta congestionado y le cueste respirar. Es la primera señal del catarro y suele venir acompañada de estados febriles, molestia nasal, goteo post nasal, dolor de garganta, cabeza y malestar general. El moco se hace espeso porque pierde agua.
El moco amarillo, por su parte, es la principal señal de alarma de los padres, refleja que ya el niño tiene una infección por virus, sin embargo, no todo es malo en este caso. El color amarillento refleja que el sistema inmune del niño está produciendo anticuerpos para atacar el malestar. Los glóbulos blancos atacan al virus y producen ese tono en el moco, podrás evidenciar que el tratamiento médico está haciendo su trabajo, toda vez que pasen los días reglamentarios de medicinas y observes que el moco pasa de un amarillo intenso o verdoso a un amarillo con visos marrones.
Si la mucosidad viene con trazos de sangre, pocos, veteados, no intensos, puede significar que el niño se hizo daño soplándose la nariz o que la mucosa podría estar muy reseca de tanto limpiarse. El médico indicará un ungüento o gotas especiales para mejorar este síntoma. Si a tu hijo le sangra abruptamente la nariz y es menor de dos años, es importante llevarlo a urgencias para descartar alguna lesión.
Si tu hijo padece de alguna enfermedad asociada a la sinusitis, es clave que vigiles cualquier cambio en su mucosidad, especialmente si esta se torna negra, podría indicar que algo más grave está ocurriendo y que sea necesario intervenirlo quirúrgicamente.
En cualquiera de estos escenarios es clave enseñar a tus hijos a revisar el pañuelo o el papel con el que se han sonado la nariz, que te informen cualquier cambio en la coloración y que no sientan asco por sus mocos, detectar un cambio en la mucosidad a tiempo puede ahorrarnos enfermedades a futuro. Si tienes dudas no dejes de consultar al pediatra.
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