Educa sin gritos. Razones y consecuencias para los niños

Educa sin gritos. Razones y consecuencias para los niños

 

Esos momentos en el que el niño grita, o se pone difícil, pueden ser de estrés para los padres. Solemos enfadarnos y respondiendo de la misma manera, pensando o asumiendo que el niño reaccionará y aprenderá la lección, pero no va a ser así.

 

Según los expertos, existe una explicación por la cual los niños jamás cambiarán su conducta ante los gritos y mucho menos tener una respuesta positiva.

 

El cerebro está programado para aprender en un entorno de tranquilidad y seguridad, ante los gritos, la emoción del miedo reacciona y automáticamente bloquea una zona del cerebro llamada la amígdala, que permite el paso de la información y que regula las emociones.

 

Cuando esta amígdala percibe un peligro, automáticamente activa la amenaza y hace que el niño se aleje. La zona del sistema límbico donde se encuentra la amígdala, despliega una acción de protección ante esos gritos, haciendo que el niño sea aún más rebelde, quiera defenderse o simplemente quiera irse.

 

La amígdala también se encarga de guardar los recuerdos que se relacionan con las emociones. Al gritar se generará un recuerdo negativo, por esta razón, es mejor usar otras estrategias que permitan obtener mejores resultados en la conducta del niño, recordando que él está aprendiendo a educar sus emociones y que los padres son su primer ejemplo.

 

Se debe ejercitar a diario la autoridad y el tono que deben adquirir los padres para un llamado de atención, y no depender de amenazas o gritos, sino con palabras firmes. Las tonalidades de voz ante el manejo de órdenes dadas es una buena metodología que le permitirá reconocer el momento en que los padres estén enojados.

 

Los tonos de voz deben ser manejados conforme a lo que se le quiera pedir que haga el niño, si se está comportando bien, el tono de voz debe ser agradable y dinámico, si se está portando mal o no quiere hacer caso, la tonalidad de voz debe ser firme y marcada, no extenderse en palabras, sino ser concreto en la orden que se le está emitiendo, sin amenazas.

 

Si se acostumbra al niño a entender esos tonos de voz, se tendrá una respuesta fija e inmediata, pues ya se ha logrado programarlo ante ciertas acciones, y llamadas de atención.

 

Si el niño está en una crisis emocional, con rabia, grita o hace pataleta, lo mejor es como padres mantener la calma y esperar a que se tranquilice sin prestarle atención, cuando se calme, se debe llegar primero con un elogio, por ejemplo; yo a ti te amo mucho, pero el comportamiento que tuviste hoy, no fue el mejor, es bueno que expreses tus emociones y lo que sientes, pero hay mejores formas de hacerlo y es dialogando. Una buena acción que confrontará al niño, haciéndolo sentir amado, llevándolo a reflexionar.

 

Es importante tener límites y normas establecidas, rutinas que le ayuden a ser ordenado con su tiempo y enseñarle responsabilidades para así no tener necesidad de regañarlo constantemente ya que tendrá claro lo que no puede y si pueden hacer.

 

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