La universidad de Massachusetts, según estudios realizados, ha demostrado que tener el mismo día una siesta, acompañada con el sueño nocturno, tiene beneficios en la memoria emocional en los primeros años de la infancia.
Definitivamente darles tiempo a los pequeños para una siesta contribuirá con su proceso emocional y más en los niños en etapa preescolar, ayudando a consolidar los recuerdos de la información recibida durante el día, beneficiando el procesamiento de la memoria.
Está comprobado que con un promedio de 70 minutos de siesta ayudará a alcanzar los objetivos educacionales de los pequeños, siendo una fase importante como parte de su aprendizaje diario, lo que hace necesario garantizar el tiempo de sueño para los niños, buscando una hora que no irrumpa con el sueño nocturno.
Cuando los niños toman tiempos de descanso por medio de su siesta, mejoran el funcionamiento de la memoria declarativa que se encarga de evocar los recuerdos y beneficia la memoria a corto plazo que retiene la información aprendida durante el día.
Dentro de los muchos beneficios también ayuda con el proceso psicológico social, pues está comprobado que, cuando no se toma tiempo de descanso intermedio, se tienen mayores inconvenientes de actividad extrema, ansiedad y hasta depresión, haciendo que les cueste un poco más concentrarse.
Este hábito puede lograrse de forma natural, los niños requieren de este descanso y su cuerpo naturalmente lo va pidiendo según su edad y etapa de desarrollo, cuando los niños entran al cole, tienen una sola siesta desde los dos años hasta los 5 años, aunque un 70 % dejan de tomar siestas hasta los 4 años, 3 de cada 10 niños necesitan descansar durante esta edad.
Aunque no hay un patrón de cómo realizar la siesta se debe tratar de que sea a la misma hora, que estén en un lugar tranquilo libre de ruidos externos y que estén relajados, la música clásica para bebés será ideal para estos tiempos de descanso.