Como padres es nuestra responsabilidad que nuestros hijos estén sanos, fuertes, bien alimentados y que además se desarrollen de la mejor manera posible, sin embargo hay momentos en los que el ‘no quiero’ de los pequeños empieza a ganar terreno especialmente a la hora de comer. Quizás has escuchado o visto en tus padres y amigos las tácticas ‘primitivas’ de el avioncito, de hacerles ‘una llave de judo’, cantar cumpleaños feliz, soplar velas y afines para obligar al pequeño a comer. Aquí vamos a desmontar esos mitos y vamos a profundizar en el respeto a las necesidades de tu hijo.
Respetar el apetito o la falta de este:
Si tu hijo ha verbalizado que no tiene hambre, que no quiere comer, lo peor que puedes hacer es obligarlo. Empezará a asociar el alimento con una lucha de poder con la comida, peleará muchísimo más y fomentarás que tenga ansiedad y frustración de antemano. No lo sobornes con comida ni juguetes, no intentes que coma a toda costa. Por el contrario mantén una vía de comunicación abierta para que manifieste su deseo de comer o de saciedad, acércale snacks que pueda tomar de manera independiente y que no supongan un riesgo para él.
¡Haz de la comida una rutina!
Procura servirle los alimentos y meriendas a la misma hora, que asocie la comida con estabilidad, sosiego y un momento de estar sentado en calma con la familia. Haz que este momento sea de comunión con su entorno y que pueda involucrarse también en la selección de su menú, inclúyelo por ejemplo decidiendo el postre o el zumo que va a tomar. Permítele elegir el individual donde va a comer o el diseño del plato. Hazlo parte de ese momento y se sentirá más a gusto.
Si tiene algún juguete favorito que sientas que es su juguete de apego, ‘inventa una comida’ que lo incluya. Dile por ejemplo ‘hoy vamos a almorzar con Buzz Lightyear, ¿le preparamos algo?’, muéstrale escenas de sus cartoons o caricaturas favoritas comiendo y refuerza la importancia que tiene la comida para crecer fuerte, correr rápido, jugar sin cansarse.
¡Todos a la mesa!
No importa si come o no, inclúyelo en la hora de la comida. Que respete el ritual de la mesa. Que se mantenga sentado con ustedes, le hará ver lo normal de la actividad y quizás al estar expuesto y vea como todos comen, quiera ser parte. Prueba diciéndole ‘mira lo que come papá, ¿quieres probarlo?’ y utiliza esa técnica también para incluir alimentos nuevos.
Evita prepararle -todo el tiempo- un menú especial si rechazó la comida original
Con esto solo fomentas el desagrado y puedes tornarlo un niño mañoso o complicado. Explícale que se prepara una comida para toda la familia, pero que tiene voz para pedir y sugerir alimentos.
Involúcralo también en el momento de la compra
Que vea sus alimentos en estado original, que se maraville con los colores y aromas, que te ayude a guardar el mercado, son solo algunas de las actividades en las que puede participar que le darán una relación más cercana con la comida.
Sé creativa y predica con el ejemplo
Si el pequeño ve que comes siempre lo mismo, que tú le haces gestos de desagrado a la comida o que no te atreves siquiera a probar lo que él come, encenderás sus alarmas porque aprenderá con tu accionar.
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