Corregir sin chantajes

Corregir sin chantajes

Para muchos de nosotros no es difícil olvidar palabras muy comunes con la que todos crecimos, cómo, si no te portas bien “no te daré”, sino te portas bien “no te llevaré”, etc. Palabras que calificaban nuestros comportamientos como malos y que por lo general también solemos usarlas con nuestros hijos. Condicionantes que fomentan la idea de crear una crianza asociada de premio o castigo, incluyendo a los niños dentro de una lista de buenos o malos.

Es importante parar y reflexionar un poco ya que no siempre los niños se portan mal intencionalmente, el comportamiento de los niños va asociado al aprendizaje que van adquiriendo por medio de situaciones en el que muchas veces viven experiencias que permiten que crezcan en madurez y en reconocimiento de sí mismos conllevando al fortalecimiento de la autoestima, sintiéndose muchas veces orgullosos de sí mismos, lo que al descalificar algo que no nos parece, puede producir una confusión en ellos.

El redireccionar conductas sin calificarlos como te portaste bien o mal o cumpliste o no, creará una empatía y la comprensión del porque pueden llegar a hacer ciertas cosas que no siempre son aprobadas.

El condicionar con te doy o no te doy si haces lo que digo, crea un temor de decepcionar al otro, la tristeza de no recibir lo prometido o sentir la vergüenza de un regaño. Estas palabras son algo de lo que se debe prescindir, ya que este tipo de amenazas llevarán a los niños poco a o poco a sentir la necesidad de buscar la aprobación no solo de los padres sino también de su entorno social.

El remplazar amenazas por comunicación, empatía y respeto mutuo, logrará una mayor respuesta ante el cambio comportamental de los pequeños.

Es importante la comprensión ante cualquier mala acción del niño, buscando la corrección sin necesidad de chantajes, orientándolos y llevándolos a comprender lo que hicieron mal.

Ante todo, debemos ponernos en el lugar de ellos sin etiquetarlos, teniendo claro que ellos son propensos a tener cambios en su comportamiento y a ser más irritables según el nivel de estrés en el que se encuentren o según las pautas de crianza que se apliquen con los niños diariamente, además de vivir en un constante reconocimiento de sus emociones.

Es la oportunidad de tener un cambio de pensamiento construyendo en nuestros hijos hábitos diferentes, enfocados más bien en la autoevaluación de sí mismos, ejercicio que debe ser aplicado no solo en los niños sino también en los padres, que tendrá como resultado la obtención de una mejor comprensión hacia las acciones negativas que puedan tener los pequeños.

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