La lactancia materna exclusiva contempla ese período de vida del bebé entre los 0 y los 6 meses de nacido en que es alimentado únicamente con leche materna, sin otro suplemento sólido o líquido que acompañe su dieta.
Sin lugar a dudas es la alimentación más recomendada y la que toda madre sueña poder ofrecer a su hijo, sin embargo, hay muchas condiciones que han de darse para que esto ocurra.
La primera de ellas obedece a la voluntad de la madre, su disposición física y fisiológica para el proceso. Sabemos muy bien que cada cuerpo es un universo distinto y que muchos factores externos pueden incidir en la calidad de leche de la madre, desde el stress y la presión social sobre su cuerpo para lactar, hasta condiciones en sus pechos, su salud, el agarre del bebé, si este tiene frenillo o algún impedimento que le frene su instinto de chupar.
Pero dejando de lado esos supuestos queremos compartir algunos tips, que pueden favorecer el ambiente, para que este tipo de alimentación se mantenga en los primeros seis meses de vida de tu pequeñito.
El principio ideal:
Si mamá y bebé están sanos es prioritario ponerlos en contacto, piel con piel, al segundo de nacido después de revisar que todo esté en orden. Ese primer encuentro, no solo los unirá aún más, sino que instintivamente el bebé buscará el refugio en el seno materno. Estudios han comprobado que poner al bebé boca abajo, cerca del pecho de la madre, activará su instinto, será capaz de reptar, palpar el seno con sus manos y buscar ese primer ‘agarre’ o succión.
El llamado ‘afianzamiento espontáneo’ es una de las principales prácticas que recomiendan médicos y especialistas en lactancia, especialmente si el bebé presenta algunos obstáculos para el agarre de la mama.
Solicitar -siempre que se pueda- el alojamiento conjunto: que madre y bebé cohabiten en el mismo espacio. La mamá estará más tranquila y el bebé podrá estar a sus anchas practicando la alimentación a ‘libre demanda’, mientras más tiempo pasen juntos, el bebé podrá irse acostumbrando a la vida extrauterina y se acercará al pecho con mayor naturalidad.
En ese primer día de vida, pasado el letargo del parto, el bebé empezará a tener tomas pequeñas y constantes. Aquí es importante empezar rotando los senos, empezando cada nueva toma con el seno que se vació menos para incentivar la producción de leche.
Recuerda, si no hay impedimento fisiológico o de salud importante, tu cuerpo producirá leche por si mismo. Mientras más succione el bebé, más leche vas a producir. No lo dudes. Tu cuerpo es sabio y juntos podrán transitar este proceso.
Pocos especialistas lo dicen, pero una de las claves de este proceso es la paciencia y el entendimiento bebé-mamá, si tienes el apoyo de tu familia, pareja y médicos, sabrás pedir el espacio necesario para realizar esta actividad en calma y sin presión y podrás pedir ayuda en los momentos en que se torne complicado o tenso. Especialmente en el segundo y tercer día de vida del bebé donde ocurre la llamada ‘noche de las vacas locas’ en las que el bebé comienza a demandar más leche. Ese par de días empezará su rutina de 8 a 12 tomas diarias cuestión que requerirá de ti.
Está atenta a las señales, los signos precoces del hambre son cabeceo, chupar las manos y dedos, sacar la lengua, no esperes a que empiece el llanto porque el bebé estará más estresado e irritable y no podrá comer bien hasta tranquilizarse, incluso podrás complicar el agarre y no será un buen síntoma.
La leche no se gasta, mientras más come tu bebito más produce tu cuerpo. No te angusties pensando que ‘va a acabarse’ y ‘no vas a estar lista en la próxima toma’.
La hidratación en la madre es un factor importantísimo, nada de brebajes, infusiones o menjurjes de la abuela. AGUA es lo que necesitas, en cantidades abundantes para mantenerte bien. Súmale una buena alimentación supervisada por tu médico porque al lactar estás quemando calorías y necesitarás estar al 100 por cien.
La lactancia materna exclusiva reporta muchísimos beneficios, no solo físicos y de salud, sino afectivos tanto para mamá como para el bebé. A continuación, los listamos:
Al bebé: le mejora el sistema inmune, lo protege de enfermedades, disminuye el riesgo de muerte súbita de infantes, así como también la mortalidad infantil, favorece su crecimiento y desarrollo cognitivo.
Para la madre: estimula la producción de hormonas beneficiosas, favorece el vínculo afectivo, tiene ciertos efectos anticonceptivos, favorece a la pérdida de peso, incentiva el ahorro al no tener que gastar en fórmula y disminuye el riesgo de cáncer de mama.
Si estás embarazada, sueñas con ser madre y quieres aprender de la lactancia materna, no dudes en asesorarte con tu médico de cabecera, la mejor manera de iniciarse en este viaje es prepararte de antemano con información certera.
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