La piel del bebé es sin dudas mucho más sensible y delicada que la de los adultos y puede sufrir distintas afecciones, la más común es la descamación o eccema.
Aproximadamente el 10% de los bebés presenta algún tipo de dermatitis atópica en algún momento de su vida durante los primeros tres meses de nacidos, sin embargo, puede prolongarse hasta la niñez. Hasta ahora no hay causas demasiado definidas que expliquen por qué algunos de los niños la padecen y otros no, pero los médicos coinciden en que hay un porcentaje que se debe a la genética -habría bebés más propensos a manifestarla, o razones ambientales.
Si tu bebé nació un poco después de la fecha estimada para su nacimiento, es normal que experimente una pequeña descamación que es indolora. No tienes de qué preocuparte.
Cuando observamos que la piel de nuestro bebé se enrojece, tiene pequeños sarpullidos, está bastante reseca y se descama o presenta parches rojos, es importante que lo comuniques a su pediatra, dependiendo del nivel de incomodidad o de extensión en la piel de tu hijo, el médico indicará un tratamiento que evite cualquier dolor, picazón o molestia que ponga a tu bebé irritable.
Normalmente estos tratamientos son tópicos, de venta libre y se usan por un tiempo determinado. Es clave mantener la higiene en la piel del bebé y humectarla siguiendo las instrucciones de su doctor.
Influye muchísimo cómo bañas y vistes a tu bebé, puesto que su piel es más sensible que la de los adultos y los jabones o lociones pueden alterar su PH y producir alergias que deriven en eccema.
Procura que su ropa sea de fibras naturales como el algodón, evita tejidos sintéticos o materiales muy pesados. Usa jabones suaves e hipoalergénicos en su piel y su ropa y sigue las recomendaciones que el médico de respecto al baño, algunos pediatras piden disminuir la frecuencia del baño si está en período de crisis en piel, ya que podría resecarse más.
Si tu bebé ya está en etapa de alimentación complementaria vigila muy de cerca cómo reacciona su piel a ciertos alimentos, porque algunos podrían desencadenar esas reacciones alérgicas.
Los médicos suelen agrupar los distintos tipos de eccema valiéndose de estos criterios:
● Por la comezón o intensidad del picor
● Por la ubicación en el cuerpo
● Por el aspecto de la irritación
A su vez tienen múltiples causas, siendo las más comunes:
Los irritantes: aquellas sustancias que desencadenan la comezón, el enrojecimiento. Puede ser desde una loción hasta un producto de limpieza o perfume. La clave es identificarlos para evitar que entre en contacto con el bebé.
El estrés: si el bebé está pasando por algún cambio radical que lo perturbe, podrá ponerse irritable y somatizará en la piel. Desde el destete, alguna situación en casa que esté poniéndolo sensible. El estrés de la madre y la depresión postparto suelen causar algunos episodios de eczema en los niños. No olvidemos la máxima: padres felices tienen niños felices y sanos, procurar mantener la calma es clave.
El calor y la sudoración: bastante común en bebés que viven en climas cálidos y húmedos o en aquellos que residen en países con un verano muy marcado. Suele presentarse en las zonas donde hay pliegues como el cuello, codos, rodillas, axilas e inglés. Es importante mantener su piel sequita, fresca e hidratada. Usar ropa fresca y evitar productos pesados en su piel, que las cremas y lociones sean ligeras.
La fiebre: en casos de fiebres muy altas algunos bebés pueden presentar sarpullido. Importantísimo validar con el pediatra qué hacer en estos casos y mantener al bebé en observación.
Los alérgenos: del polen, el polvo, la pelusa de perros o gatos, son solo algunas de las partículas que pueden desencadenar eczemas.
En cualquier caso, es importante mantener la piel humectada pero seca, libre de humedad o sudor, ventilada con ropa ligera y observando en cualquier caso los síntomas o señales que el bebé presente.
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