La convivencia se basa en un conjunto de reglas y normas sociales que deben ser inculcadas a diario como parte de la crianza y la formación de los más pequeños. Estas normas se basan en la tolerancia y en la adaptación que logra cada uno por sobrellevar las costumbres de las otras personas para convivir en paz. Dentro de estas normas están el saludar al despertarse, despedirse al acostarse, ser cortés, amable y hasta pedir perdón.
La convivencia está fundamentada en la enseñanza de los niños por respetar los derechos de los demás, logrando conductas enfocadas en el respeto, la solidaridad y la empatía.
Esta comunicación puede ser promovida con reuniones constantes entre padres e hijos que les permita conocerse más a fondo, conocer sus experiencias y su perspectiva de vida, ejercicio que educará al niño sobre el aprender a escuchar y ser escuchado y aprender que cualquier tipo de situación se soluciona siempre es por medio del diálogo.
Parte de esta convivencia se enfoca también en el respeto del tiempo de los que integran la familia con la que se convive, el planificar las actividades diarias de cada uno permite tener una convivencia tranquila, donde se respete las actividades independientes que debe ejercer cada uno según su función y su rol en casa y según los pasatiempos que tenga cada uno, esto conllevará al respeto y a la empatía familiar.
El orden es parte fundamental de una buena convivencia en casa, enseñar estos principios a los niños garantizará que exista amor por el entorno donde vive, haciendo que los que convivan con él se sientan respetados. Este orden se inculca desde pequeños y con ejemplo de los padres: enseñarles a tener al día su habitación fortalecerá también la disciplina y seguridad mental, obteniendo mayor confianza en sí mismo para la resolución de conflictos y en la realización de sus tareas cotidianas, siendo más atentos y concentrados.
La interacción constante con los miembros de la familia genera un balance de conocimientos propios y de reconocimiento por los otros que permite la compenetración grupal. Para fomentar esta interacción familiar, se sugiere realizar actividades participativas organizadas entre todos que permitan un disfrute colectivo.
El compartir juntos las cenas o juegos familiares incentivan la sana convivencia y el compromiso mutuo de velar los unos por los otros, haciendo de estas reuniones momentos de alegría y de fortalecimiento familiar.