El término ‘primeros auxilios’ hace referencia a una serie de acciones que, de manera ordenada, debemos llevar a cabo a la hora de auxiliar a una persona que ha sufrido algún accidente y requiere ayuda. Pero, ¿sabías que también existen los primeros auxilios psicológicos?
Los primeros auxilios psicológicos se pueden aplicar a personas de todas las edades. Sin embargo, aquí sólo los trataremos en relación a los niños. Las situaciones que pueden derivar en la aplicación de primeros auxilios psicológicos son muchas, pero podemos identificarlas como situaciones extraordinarias que un niño experimenta de forma directa o indirecta y que tienen relación con un evento traumático. Eventos que pueden causar estas inestabilidades emocionales, pueden ser: la muerte de un familiar o allegado, un desastre natural, un abuso, presenciar o vivir un evento violento, entre otras cosas. La forma de identificar una situación traumática puede ser mediante los siguientes criterios:
- Es un evento inesperado que escapa de lo cotidiano.
- Representa un cambio transitorio o permanente en la rutina del niño.
- Genera temor intenso en el niño o su cuidar primario.
Una vez identificado un acontecimiento que presente las características anteriores, existen una serie de acciones que pueden ser implementadas, preferentemente durante las siguientes 72 horas, y no más de una semana después del hecho.
Contener
En niños pequeños menores a 6 años es recomendable asegurar que el niño se sienta protegido y cómodo. Esto se logra demostrando afecto y evitando la separación. De los 6 a los 12 años, es necesario ayudarles a encontrar equilibrio en sus emociones y proporcionarles un espacio para que estén solos.
Calmar
Los menores de 6 años pueden lograr calmarse con estrategias relajantes o, por ejemplo, incentivando su imaginación: dibujar, jugar o cantar. A partir de esta edad es necesario conversar y hacerle ver que ha superado una situación difícil, y, al mismo tiempo, dar espacio para que realice actividades que le ayuden a distraerse.
Informar
Ante todo, uno debe proveer información real: nunca recurrir a la mentira; incluso, si hablamos de menores de seis años. Responde las dudas que tenga con frases cortas y que pueda comprender y asimilar con facilidad. Un niño, de los seis a los nueve años, sobre todo, realiza preguntas específicas: es ideal responder sólo lo que pregunta. Para niños mayores, mayores de nueve años, debemos evitar esconder información o hablarles como niños pequeños. En este punto, lo fundamental es la confianza en el niño, más allá de la edad que tenga.
Normalizar
Crear rutinas que se adapten a la nueva realidad ayudará a que el pequeño vuelva a sentirse cómodo. En niños mayores a seis años debemos incentivar la expresión de los sentimientos y las emociones, pero sin obligar a ello.
Consolar
Lo ideal es obtener consuelo a la hora de realizar las actividades cotidianas que el niño disfruta. Para menores de seis años, podemos dedicar un momento al juego y realizar tareas rutinarias y productivas. En niños de 6 a 12 años, la conversación y el arte, por ejemplo, dibujar o las manualidades, pueden ser un consuelo efectivo y una forma de externalizar sus sentimientos y emociones. A su vez, retomar actividades que disfruta también le ayudará.
Es importante recordar que estas herramientas son aplicables a todos los niños, pero que cada uno es único y la forma de responder a estos estímulos puede variar.
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