La nutrición y la buena alimentación de los pequeños es un tema que ocupa a los padres desde que empezamos a incluir la alimentación complementaria, la necesidad de brindarles los mejores nutrientes y las opciones más saludables se vuelve materia del día a día y a veces al recibir un diagnóstico como la diabetes infantil entramos en jaque a cuestionarnos cómo afrontar esta noticia.
Lo primero que debemos saber es que existen dos tipos de diabetes, Tipo 1 o insulinodependiente o tipo 2. Antiguamente la diabetes tipo 2 estaba reservada en su mayoría a adultos y jóvenes, siendo los niños excluidos de este grupo, pero conforme las estadísticas y cifras mundiales de obesidad empiezan a bajar en rango etario son aún más los niños que pueden padecer de ambos tipos de obesidad.
¿Cómo saber si mi hijo puede ser diabético?
Las primeras señales de la diabetes infantil suelen mostrarse entre los 5 y los 7 años, edades en la que los niños ya tienen una alimentación bastante cercana a lo que consumirán de adultos y tendrán una dieta más variada.
Presta atención a los siguientes indicadores:
● Mucha sed
● Ganas de ir al baño frecuentes, pérdida incluso del control de los esfínteres en un niño que ya sabe ir al baño. Cuenta cuantas veces moja la cama de noche
● Hambre extrema
● Pérdida de peso involuntaria
● Fatiga
● Irritabilidad o cambios de comportamiento, se pone agresivo, violento, irascible.
● Aliento con olor a fruta
● Calambres
● Visión borrosa o cambios muy bruscos en su fórmula de lentes si es un niño que lleva gafas
● Infección por hongos
● Náuseas y vómitos
Al evidenciar alguno de estos síntomas, debes ir al médico que indicará ciertos análisis para identificar el tipo de diabetes y con esto proceder a la medicación y a los cambios en su nutrición y rutina de vida.
Juntos transitan por este proceso en el que deberán aprender a contar porciones, cantidades de hidratos de carbono y a reconocer cuándo hay baja de insulina o viceversa. Así sabrán cuándo administrar las dosis de insulina inyectada o activar la bomba de insulina si tu hijo es insulinodependiente, si no, pues podrá ser controlado con dieta y ejercicio.
Es fundamental contar con ayuda psicológica porque es un cambio bastante rudo en su proceso de vida, tendrá limitantes alimenticias que pueden hacerlo sentir un paria dentro de su grupo de amigos que consumirá quizás ciertas golosinas y alimentos que para tu hijo están prohibidos. Recuerda ser paciente y hacerle ver que esta condición no es definitoria ni lo hace menos especial que al resto, simplemente es algo con lo que ha de aprender a vivir y que al final cada decisión nutricional que se tome es para hacerlo sentir mucho mejor, más sano y activo.
Si en algún momento sientes o percibes que tu hijo está recibiendo bullying y que por eso está socializando a través de alimentos prohibidos, tendrás la opción de consultar al psicólogo y al consejero escolar para protegerlo y ayudarlo a comprender que lo que tiene no es ‘malo’.
A su vez deberás informar a sus profesores y al colegio, que tu hijo vive con diabetes, para que sepan qué hacer ante cualquier emergencia, evitando malas praxis que puedan complicar o un episodio de hiperglucemia o uno de hipoglucemia. El colegio también puede brindarle apoyo con las clases de educación física o deporte para favorecer su movimiento y evitar el sedentarismo.
Por último, el apoyo que reciba en casa, de la mano de sus padres y hermanos, es parte integral de su dieta, que todos sean parte de la rutina y que prediquen con el ejemplo para que tu hijo se sienta cómodo y no excluido. Padres con nutrición saludable crían hijos con mejores hábitos alimenticios.
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