En un mundo cada vez más globalizado y competitivo, es clave que, como padres, podamos brindarles a nuestros hijos las herramientas necesarias para que se desarrollen de la mejor manera posible, por ello los idiomas son una de las tantas habilidades que podemos impulsar desde temprana edad.
De acuerdo a la ciencia, los bebés, hasta los cuatro meses son capaces de reproducir todos los sonidos posibles.
Sin embargo, muchos padres se cuestionan cuándo es el momento apropiado para que su pequeño aprenda una nueva lengua.
La neurociencia cada vez hace más avances que indican que cuánto antes esté en contacto nuestro hijo con un segundo o tercer idioma, tanto mejor. Recordemos que hay dos formas de aprender un idioma, el primero es valiéndonos de los sonidos o fonemas y el segundo es propiamente haciendo uso de palabras, oraciones y frases.
La plasticidad del cerebro de los bebés les permite diferenciar cientos de sonidos, siendo esto parte fundamental de cómo aprenden los idiomas, tomando en cuenta que más allá del léxico, la pronunciación y cómo se dicen determinadas palabras está influenciado por cómo suenan las mismas. Por consiguiente, muchos científicos, terapeutas del lenguaje y médicos recomiendan que el niño esté expuesto desde prácticamente su nacimiento a la lengua secundaria que deseamos que domine.
Hay distintos métodos que pueden favorecer que tu hijo aprenda un segundo idioma. A continuación, te dejamos algunas de las técnicas más frecuentes.
1-. Método OPOL: One parent, one language.
Por sus siglas en inglés este método se refiere a que, si alguno de los padres domina una lengua, deberá hablarle en ese idioma a su hijo. Por ejemplo, si el padre es puertorriqueño le hablará a su hijo en español, mientras que si la madre es alemana deberá hacerlo en su lengua nativa. Lo mismo ocurre si un padre tiene un nivel bastante avanzado en una segunda lengua, inglés, francés, etc. La idea es que uno de los padres le hable constantemente en ese idioma para que vaya aprendiendo a hacer esa transición entre uno y otro. Los expertos dicen que el idioma secundario, debe hablarse al menos unas 25 horas semanales en casa, para que el niño se familiarice cómo es debido.
Para que esto se haga más llevadero, es recomendable valerse de recursos como libros, juegos, películas, de modo que todo fluya y no se haga cuesta arriba en términos de aprender vocabulario o modismos propios de esa segunda lengua.
2.- Idioma minoritario en casa:
Es una variante del método anterior, supongamos que uno de los padres tiene un idioma nativo específico, como el italiano, pero su cónyuge es de habla inglesa nativa, y viven en un país donde el inglés es el idioma oficial, sin embargo, tiene un nivel de italiano bastante avanzado. ¿Qué han de hacer? Pues hablar en italiano en casa con los hijos y practicar el inglés en la calle, colegio, etc al ser el idioma ‘natural’ del niño al nacer en un país de habla inglesa. Al suscribir la segunda lengua al hogar y su ambiente, el niño se sentirá cómodo y menos preocupado de hacer ese cambio. La casa funciona como ‘suiche’ interruptor para el idioma.
En este escenario, el padre que cede su idioma nativo, deberá familiarizarse lo suficiente como para evitar sentir que puede estar frenando su interacción fluida y natural con sus hijos cómo ocurriría si lo haría en su idioma nativo.
3.- Inmersión en el idioma:
Quizás los padres se sienten inseguros de hablar otro idioma con su hijo por considerar no tener las herramientas necesarias para brindarles todo lo que requiere en gramática y vocabulario aprender una segunda lengua, por consiguiente, prefieren que alguien más enseñe al niño.
Este método abre dos opciones, la primera es clases particulares de la lengua. La segunda es que el niño estudie en un colegio bilingüe o que vea todas las materias o asignaturas en ese idioma. Todo dependerá del estilo de educación que el padre quiera.
En este sentido también se recomiendan los campamentos de verano y afines que son en un idioma en particular.
El método a escoger es indistinto, la clave es la paciencia, la repetición y valerse de distintos esquemas de apoyo. Procuren traducir las palabras en ambos idiomas, escuchar música en distintas lenguas, probar viendo películas o caricaturas en otras lenguas. No forzar al niño si una palabra le cuesta o si se intimida al hablar en la segunda lengua, celebre los logros y aplauda la fluidez. Haga que sea natural este idioma y que equivocarse no es la gran cosa, quítele presión al niño y disfruten juntos la experiencia.
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